Destellos


Chen Kuen Lee: Edificio de viviendas en Stuttgart 

Cuando uno se aleja de la categoría de las vacas sagradas, de la de arquitectos extraordinarios o incluso de la de excelentes y se queda en el amplio estrato de los arquitectos buenos, todavía puede encontrar ejemplos interesantísimos de los que aprender.

La arquitectura que se enseña en las universidades españolas se hace eco casi exclusivamente de los grandes nombres promoviendo una imagen distorsionada de la disciplina, como si más allá de las figuras colosales no se fuese a hallar nada digno de atención, nada en lo que merezca la pena detenerse. Sin embargo no es imprescindible una carrera de constante excelencia, ni siquiera un logro mayúsculo, para poder decir algo de valor. Desde luego recurrir a los genios garantiza lecciones magistrales, pero esto que debería darse por supuesto (y que es asequible a que el propio alumno lo descubra por su cuenta) no puede convertirse en el único método docente; a los profesores habría que exigirles una mirada más amplia.

Frente (incluso contra) esta pedagogía de mínimo común múltiplo contamos, por suerte, con el amplísimo archivo de internet, plagado de obras menores, secretas, casi desconocidas, en las que también refulge la arquitectura como en los pequeños cristales minerales diseminados con reserva sobre una roca vulgar.

Atendiendo a las obras de arquitectos menores o incluso minúsculos como nosotros mismos podemos, a veces, encontrar pequeños destellos de verdad. Y esta sí debería ser la lección de las Escuelas.

Surfistas, tenistas, arquitectos

Pregunta: Rem Koolhaas se refiere a la figura del "surfista sobre las olas" para plantear que en arquitectura no es posible operar mediante un programa predeterminado y formulado de manera independiente de las circunstancias de cada proyecto [...]

E. Miralles: Conozco bien esta imagen pero resulta muy extraña en mi caso. No tengo ningún interés en esquivar la ola [...] En realidad a mí me gusta más la imagen de un jugador de tenis muy malo al que le van tirando pelotas y no logra devolver ninguna. No logra pegarlas pero sigue intentándolo; quizá esta no pero la próxima sí. Y ahí tienes a ese jugador de tenis con su lado del campo lleno de pelotas esperando a ver si puede devolver alguna.


Conversaciones con Enric Miralles
Carles Muro, ed.
GG. Barcelona, 2016

Flema francesa

Lacaton & Vassal. 96 dwellings, Chalon-sur-Saône

Lacaton & Vassal son posiblemente los arquitectos más desacomplejados del panorama actual. Los más libres.

No se dejan tiranizar por los frentes de trabajo habituales de la disciplina: La formulación de unos fuertes pertrechos lingüísticos o conceptuales; la búsqueda de una espacialidad singular, de una materialidad sofisticada, del más difícil todavía; el poder expresivo de la geometría de una planta o su exquisita si no relamida solución del programa funcional; la pureza de una imagen; la expresividad de un efecto; la perfección técnica de un detalle constructivo; la limpieza de un remate... Nada es imprescindible por sí mismo, se puede atender a todo pero con distancia, con la exigencia justa, sin pudor por no ser excelente en cada aspecto. Ni siquiera han convertido el trato de la sostenibilidad en el baricentro de su discurso, siendo éste un aspecto en el que bien podrían sacar pecho.

Se atreven incluso a romper el tabú de la originalidad, lo que parecía prohibido desde que llegó la arquitectura espectáculo e hizo de ella su máxima y razón de ser. Se repiten soluciones sin empacho (cerramientos de EFTE); se trasladan conjuntos constructivos de un proyecto a otro diferente con total literalidad (invernaderos); se llegan incluso a repetir proyectos si se considera una buena idea (Cité Manifeste Mulhouse y 23 viviendas en Trignac). Todo ello a la luz del día, haciéndolo público, con el aplomo que otorga una personalidad sólida, independiente de los comentaristas globales. Y se me ocurre que todo ello obedece a una gestión eficaz de un trabajo que la mayoría de los arquitectos convierten en una obsesión sin límites ni sentido. Que el equipo de colaboradores que desarrolla cada proyecto se mantenga tan adelgazado tampoco hacen falta más ayuda a que la información circule de forma directa, a que se desperdicie poca energía en la burocracia y se reserve para la arquitectura. Mientras que simultáneamente explica que los proyectos tengan una dosis mesurada de atención a los frentes de la disciplina que citaba más arriba, susceptible cada uno de ellos por sí solo de convertirse en un abismo infinito imposible de colmar.

Anuncios pretéritos de un declive vigente

Madelon Vriesendorp, Rem Koolhaas. Welfare Palace Hotel, 1975


We have only this life to live. Selected Essays by Jean Paul-Sartre. 1939-1975 Jean Paul-Sartre. New York: NYRB Classics, 2013
"To the man who strolled through New York before 1930, the highrise buildings towering over the city were the first signs of an architecture destined to radiate over the entire country. Skyscrapers were then living things. Today, for a Frenchman arriving from Europe, they are already mere historical monuments, witnesses to a bygone age. They still rise up into the sky but my spirit does not soar with them, and the New Yorkers pass by at their feet without so much as a glance. I cannot think of them without melancholy; they speak of an age when we believed in peace. They are already a little run-down; tomorrow, perhaps, they will be demolished. At any rate, to build them took a faith we no longer possess."

Resident Alien: The New York Diaries. Quentin Crisp. Los Angeles: Alyson Books, 1996
"When I was young, no one who visited Manhattan talked about anything but its skyscrapers. Now every city has skyscrapers."

Sidewalk Critic: Lewis Mumford's Writings on New York. Lewis Mumford. Ed. Robert Wojtowicz. New York: Princeton Architectural Press, 1998
"The aesthetics of skyscrapers have long passed the point of diminishing returns; there is nothing to say about a new skyscrapers tower except that it is another skyscraper tower."

The Eiffel Tower and Other Myths. Roland Barthes. New York: Hill and Wang, 1979
"What is astonishing about the skyscraper is that it does not astonish. When we actually see one (but do we ever see one, actually) the feeling it inspires is: why not?"


Capital
Kenneth Goldsmith
Verso Books, 2015

Arquitectura para ser contada

La idea, que fue adoptada hace tiempo de los campos de la sociología y el arte, ya es conocida en arquitectura, sin embargo en esta versión divulgativa de Rafael Moneo está bien condensada. Entiéndase por tanto el "ahora" del autor en el sentido de su percepción dilatada de la historia.


"El edificio no nace ahora desde dentro o desde un parti pris ya dado, o desde el dictado que el uso impone, o desde la lógica de la construcción, o desde la servidumbre a un diagrama… El arquitecto necesita de un hilo conductor, de un relato (plástico, se entiende) que le permita orientar lo que va a ser el desarrollo del proyecto y, en última instancia, la construcción del edificio. No se piensa la arquitectura desde la planta, ni se toma la sección como directriz de la forma para la construcción del edificio, que no se piensa siguiendo convenciones tipológicas, ni como respuesta a un medio bien conocido, al contexto, sino que adquiere su autonomía desde la invención del relato. Arquitectura para ser contada, ya que se pensó estableciendo un guión, un argumento plástico. [...]

Se trata, así, de arquitecturas originadas desde el relato y, por tanto, susceptibles de ser contadas. Y ello nos llevaría a una última consideración. En tiempos de un tardocapitalismo que hace difícil saber quién detenta el poder y, por tanto, adelantar qué estética es pertinente, el arquitecto se acerca al potencial cliente pudiendo contar, explicar, dar razón de lo que hace. Si la arquitectura se apoya en un relato, si puede ser contada, llegará más fácilmente a ser comprendida por quien ha de asumirla. El poder contar cómo se ha pensado la arquitectura, cómo se explica el proyecto que el presunto cliente tiene ante sus ojos, hace que puedan entender mejor aquello con lo que se comprometen. Se trata de la arquitectura contada, o mejor, susceptible de ser contada, como garantía de este contacto con el cliente, hoy tan difícil, cuando no perdido. La arquitectura parece también ser sensible —incluso desde su gestación— a esta necesidad de comunicar que caracteriza a la cultura de este incipiente siglo XXI."

Cartografía dinámica


Der amerikanische Freund. Wim Wenders
"How far from reality can the landscape design tools that we work with be? The gradual withdrawal from landscape as a place to landscape as a piece of paper or a computer screen must be questioned, not only in terms of its conceptual shortcomings but also in terms of the very landscape that result. The finest discourse in plans, whether layered or simple, cannot hide this inherent absence of site. Beautiful landscapes existed many centuries before cartography was even invented or perfected. These much older landscapes were built and thought out directly on the terrain over years. In the absence of a plan, vision became the guiding force of the project. Techniques such as onsite geometry and measurement, hydrology, construction and horticulture supplied the necessary support for the site-specific vision at hand. The central question today is whether we are even capable of returning to a site-induced vision. Working on a history of plans is not the same as working on a vision of the land. We need to reconsider the primacy of vision over plan, a vision in motion, far removed from the established canons, capable of reflecting and inflecting upon the complex urban realm."

Vision in Motion: Representing Landscape in Time. Christophe Girot


The Landscape Urbanism Reader
Charles Waldheim, editor
Princeton Architectural Press. New York, 2006

Cuando dibujar no es una impostura

Creo que Sigurd Lewerentz pertenece a esa estirpe de arquitectos de los que Valerio Olgiati dice que "valoran la excelencia de su trabajo por encima de su propia carrera", en contraste con la postura común en el panorama actual, rendido al patrón del arquitecto estrella.

Consultando la excelente colección de dibujos de la revista a+u queda patente este empeño por la excelencia, este inconformismo hacia toda decisión del proyecto que no se haya probado y verificado, de manera casi obsesiva, por medio de dibujos. Publicada originalmente a principios de este año en dos números independientes, ha sido tal su éxito de ventas que se agotaron los ejemplares en apenas dos semanas; afortunadamente desde abril contamos con una reedición que ha fundido los dos volúmenes en un tomo conjunto.


Hoy nos hemos acostumbrado a que el dibujo cargue con intenciones bien diferentes. Vivimos en tiempos en los que la profesión ha cobrado tal grado de complejidad por la intervención de agentes burocráticos, normativos y técnicos –en muchos casos completamente ajenos a la propio campo de la arquitectura (grupos de presión mercantil que imponen productos, protocolos de trabajo y modelos de consumo)– que no es infrecuente que el proceso de proyecto se encuentre divorciado del puramente ejecutivo. No son pocos los arquitectos que han renunciado a traducir sus proyectos al lenguaje hipertrofiado del trámite, sólo pendiente de la formalidad superflua. Así han proliferado las oficinas técnicas o consultorías ocupadas en dar encaje normativo y de control productivo a proyectos de arquitectura. Aquí el dibujo alcanza la categoría jurídica y la arquitectura la del acto notarial, despojada de toda trascendencia, reducida al formulario procedimental.

En Lewerentz, por el contrario, el proyecto de ejecución y los planos de obra constituyen la expresión más pura de su arquitectura. En su trabajo el dibujo no fue una coartada normativa, no tenía intención de constituir un pliego de descargo frente a una compañía de seguros en el supuesto de un futuro desperfecto. Sus detalles eran su herramienta de pensamiento más incisiva, el anticipo de su arquitectura. Y como tal se muestran: desnudos de preciosismo, desentendidos de toda retórica gráfica, de esnobismos, despreocupados por el incierto valor que les tuviese que otorgar la posteridad. Detalles a escala 1:1. Dibujos que no son un fin en sí mismos. Dibujos que son arquitectura.

Residuos

Detroit. Philipp Oswalt - "Shrinking Cities Volume 1: International Research" Germany, 2015

     "Despite appearances otherwise, the postindustrial city and speculative settlement actually have a great deal in common. Both are characterized by overscaled infrastructures and edifices, planned and built for a population that failed to materialize. Both are characterized by vast areas of emptiness adjacent to complete, if underoccupied, facilities, creating an overall sense of incompletion and abandonment. Both are characterized by monofunctionality, typically in the form of single-use activity zones. Both are characterized by significant residual spaces between infrastructure and urban fabric that have melded into an undefined quasi-urban membrane indescribable by the traditional language of urban design and planning. And finally, both are characterized by a strange, unintentional hybridity where natural systems increasingly co-opt the unoccupied gaps and voids in urban form.

     Perhaps the most fundamental difference between the two paradigms can be found in their duration. One condition took half a century to be built up and another three decades or more to fail. The other condition was conceived, designed, and deployed in less than a decade and now sits incomplete and only partially occupied, if at all. One has a cultural history, while the other is simply a transactional product."


Christopher Marcinkoski
Princeton Architectural Press. New York, 2015


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Risas

The Memorial to the Murdered Jews of Europe in Berlin, Germany. Image © Eisenman Architects

Vladimir Belogolovsky: Do you think it is important for architects to work with regional features and conditions as opposed to spreading global or individual ideas wherever they go? How do you deal with the fact that clients around the world want a Peter Eisenman signature project, not Peter Eisenman who would come to their city and blend with local characteristics?

Peter Eisenman: That’s correct. That’s the problem that Peter Eisenman has because I don’t have a single idea as some other architects. For example, Richard Meier does his buildings the same way no matter where he is doing them. My work therefore is contextual. I wouldn’t say it is vernacular, but it always begins with the context. So I couldn’t do the same building in Santiago, Berlin, or Phoenix, Arizona. Therefore, I don’t have a style. Buildings by Frank Gehry and Michael Graves all have the same look. Mine don’t have the same look.

VB: Wait a minute. Do you really believe that your buildings don’t share the same look? Wouldn’t you say you have a signature style?

PE: Do you really think so?

VB: Are you kidding me?

PE: Well, I am not sure.

VB
: [Laughs.]

PE: No, no, seriously! When I look at the work on my website, I think to myself, could someone recognize Peter Eisenman? I am not sure. I am not being disingenuous. I am not convinced that I have a style. Let’s put it this way – I have a style that’s not a style.

VB
: [Laughs.]

La coartada

Reflexiones yuxtapuestas en torno a la impostura.

¿Es posible plantearse hoy una carrera en arquitectura sin construirse un discurso que la sustente, envuelva o incluso enmascare?

En el panorama actual es precisamente esta componente teórica la que más se ha globalizado. Cualquier arquitecto expondrá su discurso primero y después presentará sus proyectos como una extensión consecuente y necesaria de aquél. Es impensable una arquitectura que se ofrezca desnuda, sin el apoyo de las palabras; sería inmediatamente desestimada por los espectadores sedientos del calmante de la doctrina. Sin embargo las obras de la antigüedad nos han llegado sin manual de instrucciones, sin argumentario, sin receta. ¿Las hace esto peores?

El canal audiovisual de un museo danés ha presentado recientemente un vídeo con 7 arquitectos globales (de diferente edad, nacionalidad y condición) en actual ejercicio de la profesión en el que hablan de la disciplina. Todo en ellos es diferente menos la necesidad de protegerse tras un corpus teórico más o menos elaborado, pero en todo caso construcción abstracta bajo cuya armadura se sienten más protegidos.

Recuerdo las primeras entrevistas que le dedicaron en occidente a una famosa arquitecta japonesa. Un buen ejemplo lo tenemos en una de nuestras revistas nacionales, en la que unos esforzados colegas españoles, adalides de la especulación teórica, se estrellaban constantemente contra el muro de la ingenuidad oriental. Preguntas cargadas de densidad política y social, con interpretaciones heróicas de los proyectos analizados eran devueltas con la más descorazonadora evidencia: No existía nada de aquello que les proponían, la realidad era mucho más sencilla, más evidente.

Hace muchos años formé parte de la sesión crítica de fin de curso en una universidad española, junto con otros dos colegas mucho más versados que yo en el espesor metarreferencial que, al parecer, hay que impostar en dichas ceremonias. Ante el proyecto de un alumno hice unos comentarios que fueron juzgados demasiado ligeros, pues fui recriminado tanto por el alumno como por el profesor de aquella clase (uno de los ejemplos más claros de impostor que me he encontrado en la docencia) que no fuese a formular un discurso más retorcido.

No sé cuándo nació esta moda que se ha convertido en epidemia, si fue Duchamp, las universidades americanas o los enterradores del Movimiento Moderno. Pero parece fácil constatar que nos hemos convertido en fundamentalistas de esta impostura. ¿Es posible ser arquitecto hoy sin llevar el discurso por delante? ¿Hay sitio todavía para permitirle al espectador hacer el análisis? ¿No es más interesante la elípsis, el no aclarar todo, dejar que el otro elabore, que interprete lo que tú has escrito? ¿Aporta algo toda esta morralla teórica?

¿Tiene menos interés una arquitectura que esconde sus motivaciones?