Si no la visitas, no es arquitectura

La afirmación deja fuera a todos los actos de arquitectura que no terminan construidos. Tal vez sea un poco extrema, pero cobra un sentido completo una vez reformulada:

Si está construido y no lo visitas, no es arquitectura.

Es decir, la representación de la arquitectura construida no es arquitectura. La mayor parte de los matices no pueden trasladarse y, es tanto lo que se pierde por el camino, que el resultado no es más que un sucedáneo insípido e insatisfactorio.


"More and more people are seeing the films on computers — lousy sound, lousy picture — and they think they’ve seen the film, but they really haven’t " David Lynch [1]. 

Históricamente no es que visitar la gran arquitectura fuera una obligación, es que era el único sistema para conocerla. Los progresos se hacían visitando, comprendiendo y mejorando. Los maestros eran aquellos que habían visto, que conocían.

Las capas pudientes de la sociedad del siglo XVII se embarcaron en lo que se llamó el Grand Tour, jóvenes que completaban su formación con la visita y experiencia directa del arte clásico y renacentista. Esta costumbre generó en paralelo una panoplia de literatura de viajes y experiencias, de pintura de los lugares visitados y, por supuesto, de arquitectura influida por los modelos clásicos, que contribuiría a regar la semilla del Neoclasicismo.

Después llegó el siglo XX, el auge de las publicaciones de arquitectura y, sobre todo, el descubrimiento de las mismas como herramienta de publicidad. Y gradualmente se subvirtió el orden. Beatriz Colomina ha explicado cómo la arquitectura pasó de ser (sólo) el hecho construido a su propia representación: escritos, dibujos, fotografías y publicidad.

Taxi Driver

Internet ha supuesto una revolución similar a la de las publicaciones de arquitectura del siglo pasado. Todo más fácil, más vivo y más real; con animaciones, vídeos e incluso visitas virtuales. Desembocando en la paradoja de que es posible ver en un día más arquitectura a través de la pantalla que en vivo durante toda una vida.

Sedentarismo digital: los completísimos reportajes hacen innecesario visitar el edificio y, aun más, las infografías hiperrealistas hacen innecesario construirlo.

La arquitectura se torna virtual. Decimos conocer lo que no existe. Claro, que eso no es arquitectura.


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[1]. "Cada vez más gente ve las películas en el ordenador —sonido repugnante imagen repugnante— y creen que han visto la película, pero en realidad no lo han hecho". David Lynch. Entrevista en The New York Times.