Flema francesa

Lacaton & Vassal. 96 dwellings, Chalon-sur-Saône

Lacaton & Vassal son posiblemente los arquitectos más desacomplejados del panorama actual. Los más libres.

No se dejan tiranizar por los frentes de trabajo habituales de la disciplina: La formulación de unos fuertes pertrechos lingüísticos o conceptuales; la búsqueda de una espacialidad singular, de una materialidad sofisticada, del más difícil todavía; el poder expresivo de la geometría de una planta o su exquisita si no relamida solución del programa funcional; la pureza de una imagen; la expresividad de un efecto; la perfección técnica de un detalle constructivo; la limpieza de un remate... Nada es imprescindible por sí mismo, se puede atender a todo pero con distancia, con la exigencia justa, sin pudor por no ser excelente en cada aspecto. Ni siquiera han convertido el trato de la sostenibilidad en el baricentro de su discurso, siendo éste un aspecto en el que bien podrían sacar pecho.

Se atreven incluso a romper el tabú de la originalidad, lo que parecía prohibido desde que llegó la arquitectura espectáculo e hizo de ella su máxima y razón de ser. Se repiten soluciones sin empacho (cerramientos de EFTE); se trasladan conjuntos constructivos de un proyecto a otro diferente con total literalidad (invernaderos); se llegan incluso a repetir proyectos si se considera una buena idea (Cité Manifeste Mulhouse y 23 viviendas en Trignac). Todo ello a la luz del día, haciéndolo público, con el aplomo que otorga una personalidad sólida, independiente de los comentaristas globales. Y se me ocurre que todo ello obedece a una gestión eficaz de un trabajo que la mayoría de los arquitectos convierten en una obsesión sin límites ni sentido. Que el equipo de colaboradores que desarrolla cada proyecto se mantenga tan adelgazado tampoco hacen falta más ayuda a que la información circule de forma directa, a que se desperdicie poca energía en la burocracia y se reserve para la arquitectura. Mientras que simultáneamente explica que los proyectos tengan una dosis mesurada de atención a los frentes de la disciplina que citaba más arriba, susceptible cada uno de ellos por sí solo de convertirse en un abismo infinito imposible de colmar.

Anuncios pretéritos de un declive vigente

Madelon Vriesendorp, Rem Koolhaas. Welfare Palace Hotel, 1975


We have only this life to live. Selected Essays by Jean Paul-Sartre. 1939-1975 Jean Paul-Sartre. New York: NYRB Classics, 2013
"To the man who strolled through New York before 1930, the highrise buildings towering over the city were the first signs of an architecture destined to radiate over the entire country. Skyscrapers were then living things. Today, for a Frenchman arriving from Europe, they are already mere historical monuments, witnesses to a bygone age. They still rise up into the sky but my spirit does not soar with them, and the New Yorkers pass by at their feet without so much as a glance. I cannot think of them without melancholy; they speak of an age when we believed in peace. They are already a little run-down; tomorrow, perhaps, they will be demolished. At any rate, to build them took a faith we no longer possess."

Resident Alien: The New York Diaries. Quentin Crisp. Los Angeles: Alyson Books, 1996
"When I was young, no one who visited Manhattan talked about anything but its skyscrapers. Now every city has skyscrapers."

Sidewalk Critic: Lewis Mumford's Writings on New York. Lewis Mumford. Ed. Robert Wojtowicz. New York: Princeton Architectural Press, 1998
"The aesthetics of skyscrapers have long passed the point of diminishing returns; there is nothing to say about a new skyscrapers tower except that it is another skyscraper tower."

The Eiffel Tower and Other Myths. Roland Barthes. New York: Hill and Wang, 1979
"What is astonishing about the skyscraper is that it does not astonish. When we actually see one (but do we ever see one, actually) the feeling it inspires is: why not?"


Capital
Kenneth Goldsmith
Verso Books, 2015